En esto de los contagios, enfermedades y padecimientos existe una parte de la población que es muy, pero muy obtusa. El no tener conocimientos de los innumerables patógenos que afectan nuestra salud, deterioran órganos y conllevan a una muerte tortuosa, sus acciones desprolijas escalan las infecciones al grado de ingresarnos en calamidades bacteriológicas.
El uso de mascarillas con capacidades de contención y retención de fluidos, es necesario y debe ser acatado. Cubrir la nariz, barbilla y mejillas es preponderante para que no ingresen o salgan fluidos. Esta acción es válida tanto para las personas que estén contaminando y no lo sepan, y las personas que nos están contaminadas y requieran protegerse de una potencial infección.
Ya que esta acción está muy desprestigiada, cuestionada, vilipendiada y usada en arbitrio por los que optan por tener políticas públicas generales y no acciones privadas sectorizadas; las ordenanzas no se están acatando en lo general y las acciones particulares son las que dan un mejor resultado.
La autoridad entregó las condiciones primarias y básicas para que la población sepa cuáles son las obligaciones, mínimas, para evitar contagiarse; sin embargo, la realidad señala que a menor capacidad reflexiva, menos calidad humana y enajenamiento de la situación actual, los protocolos no se adoptan, aplican y aceptan.